sábado, 4 de febrero de 2012

Entre el dolor y el placer hay 20 cm

Es curioso ver como se puede llegar a disfrutar tanto de algo que en un principio es tan incomodo.
Recuerdo la primera vez que me follaron, fue realmente desagradable, y ni siquiera lo había buscado. Tenia 19 años y mi sexualidad se basaba básicamente en mamar, besar y magrear. Pero como siempre he sido de personalidad complaciente, pues accedía  a lo que mi acompañante me pidiera. Y el azar me hacia coincidir siempre con activos ( hace 10 años no era tan facil escoger a la carta entre perfiles de internet). En aquel entonces no tenia ni la mínima idea sobre el aseo anal, por lo que esa mezcla de incomodidad y olores no me atraia demasiado. Si bien,  para que negarlo, todas esa dolorosas folladas escondían un germen de placer que iba creciendo conforme lo hacia mi ano. Y de ser pasivo accidental pasé a serlo voluntariamente.
Poco a poco fui introduciendo mi ano en mis sesiones de placer solitario.Con saliva lo acariciaba, recorriendolo,  para acabar introduciendo un dedo primero, hasta llegar a cuatro, poco a poco.
Mi fin era adiestrarlo para disfrutar cada vez más.
Ahora mi ojete esta de mi parte, agradece que le busques buenos cachos de carne para succionarlos hasta sus últimas consecuencia. Me permite someterme totalmente y empujar mis caderas hacia atras con el fin de sentirla cada vez más dentro mientras contraigo y relajo los músculos de mi esfinter. El dolor desaparece tras la embriaguez que me produce las embestidas de un rabo de más de 20 cm (cuando los encuentro).
Aunque se disfrutar como activo, he tenido los orgasmos más bestiales como pasivo.

No saben lo que se pierden los heterosexuales.