domingo, 8 de julio de 2012

El activo que hay en mi.

Este último orgullo en Madrid ha dado muchas historias para contar, aunque lo mejor vino el último día, en una orgia a la que me invitaron.

Cuando llegué al piso estaba un poco fuera de tono, pero la escena de cuerpos sobre la cama donde se retorcían, se penetraban, se chupaban consiguió calentarme rapidamente. Me quité la ropa, nublé mis sentidos con alguna sustancia a la que me invitaron y me introduje sin pensarlo en el juego. Me dejé llevar por mi habitual avidez sexual si tamizarlo por el control de mi parte consciente. Me metía pollas en la boca con el hambre de náufrago, intentando captar el calor, el olor de toda la carne que me rodeaba. El sudor, el semen me colocaban cada vez más.
De repente entre todos me percaté de un chico, que disfrutaba tumbado en la cama de las embestidas que le proporcionaban uno tras otro. Su lascivia me turbaba de manera sobrenatural. Esa cara de zorra insaciable hizo olvidarme de que en mis perfiles de internet suelo poner que soy pasivo. Agarró mi rabo con su mano y tardó poco poco en metersela en la boca, babeandola bien hasta la base. Me susurraba guarradas  al oido pidiendome que lo usara como quisiera, haciendo palpitar con cada sílaba mi polla,dejaba caer mi saliva en su boca abierta. nos metimos en el baño, y empecé a follarlo. Me volvía loco sentir ese agujero dilatado por todas las folladas anteriores, húmedo, suave y caliente, como una famélica boca. Se me convirtió en una necesidad satisfacer ese hambre. Proporcionarle el placer que me pedía con ansia esos ojos.

Después lo dejé para que otros lo siguieran montando, y empecé a satisfacer al pasivo radical que llevo dentro: me agache para lubricar algunas pollas con mi saliva, y ofrecerle mi culo seguidamente, esperando que me lo dejaran tan abierto como se lo deje yo a al chico aquel un rato antes.
Y sí, si que me lo dejaron